Ella pasaba sus días esperando en su estación. Algunos trenes pasaban de prisa sin parar y solamente le dejaban la brisa de su velocidad en la cara, otros se paraban y no se atrevía a subir, en algunos pocos se subía para recorrer varios km y regresar a la misma estación.
Sentada en su estación, caminando por su anden, comprendió que el tren realmente era ella y sin esperar el pitido del silbato del jefe de estación, decidió partir.
Ahora ella pasa de largo en los apeaderos que solo hay cuentos tóxicos y se para en las estaciones importantes donde recoge historias auténticas.
Sabe que quien quiere subirse a su tren se sube, sabe que si se quiere llegar a su estación se llega y sabe que todo lo demás son excusas.
Hoy en el billete de su tren está impreso :<<destino: “El destino soy yo”>>
“Todos somos trenes que en cada estación en cada parada, escriben historias con la tinta del sentimiento en el papel del alma”
-Peña Menendez
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